El día sábado viajé con un grupo de amigos a Portoviejo, a la convención nacional de CREO, donde Guillermo Lasso aceptaría la nominación a la presidencia del Ecuador. Llegamos cerca del medio día, lo primero que me sorprendió fue ver una cantidad impresionante de personas que lo esperaban en la Quinta de Guillen. Lo hacían no por la promesa de un sánduche o un dinerito, sino por la voluntad sincera de apoyar al Movimiento y al candidato en que ellos CREEN. El evento empezó cerca de las tres de la tarde, primero habló Cesar Monge (Director Nacional de CREO), luego Eduardo Bonilla (joven del equipo de Guillermo Lasso) y finalmente María de Lourdes Alcívar (esposa de Guillermo Lasso).
Mientras las intervenciones sucedían en la tarima las expectativas crecían minuto a minuto entre los que sentíamos que cada vez se acercaba más el momento que tanto esperábamos: la llegada de Guillermo Lasso. Finalmente sucedió. La canción de Rocky empezó a sonar en los parlantes y todos enloquecimos, un frenesí se apoderó de nosotros, empezábamos a buscar por dónde estaba haciendo su entrada el próximo presidente de los ecuatorianos. De repente, y sin imaginárnoslo, entró caminando entre todos nosotros de lo más normal, saludando, sonriendo como si él estuviera ahí para vernos a nosotros y no al contrario, ¡Qué sencillez!
Ya subido en la tarima empezó a pronunciar (lo que yo considero) su mejor discurso hasta hoy. Habló del respeto a los ciudadanos, a sus libertades y opiniones, la reducción de impuestos, el aumento del empleo, la apertura al mundo, las universidades cerradas, el bono de desarrollo humano, y sin embargo, jamás atacó ni descalificó a nadie; demostró en su intervención, de cerca de 45 minutos, que otro Ecuador y otra forma de hacer política sí son posibles. Debo confesar que las palabras no bastan para describir lo que sentí mientras escuchaba hablar a Guillermo Lasso, aunque era uno más de los miles de espectadores que ahí habían, mi corazón latía a mil por segundo, como si fuera yo el que estuviera hablando. La felicidad me desbordaba al escucharlo oficializar su candidatura y hablar con propuestas serias, volví a CREER, sentí que el Ecuador de las oportunidades para todos estaba a pocos meses de ser una realidad. Se qué no era el único que se sentía así, los más de diez mil ecuatorianos que estábamos presentes, vivimos la euforia de ese mágico instante, compartiendo un sueño, viendo una esperanza. Finalmente todas estas emociones compartidas, encontraron su desfogue en miles de voces coreando unánimemente un ensordecedor ¡LASSO PRESIDENTE! ¡UNA SOLA VUELTA!
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